La casa Chile se sitúa en Don Torcuato, en tierras fértiles de antiguos viveros japoneses.

Con el concepto de integración y participación desde todos los sectores, la vivienda se articula a partir del living en doble altura y genera participación activa del jardín. Esto fue posible gracias al interés musical de sus propietarios, quienes solicitaron un punto de encuentro para las tardes de fin de semana.

La casa se plantea de una manera introvertida hacia el acceso, mientras que la fachada norte establece una relación muy fluida y directa con el jardín. La vivienda está compuesta por dos volúmenes apilados, que se fusionan en sus fachadas lateral y frente convirtiéndose en vistas más compactas, donde coinciden las funciones que requieren mayor opacidad y privacidad. Hacia el jardín se vuelcan las áreas sociales, tales como el Hall, el Living Musical y el Living de TV integrado a la cocina.

La Planta Alta apoya de cara al jardín íntegramente en 4 columnas metálicas, liberando grandes paños vidriados que desdibujan la división entre espacios. Los parasoles verticales funcionan como tamiz lumínico, a la vez que constituyen elementos de seguridad.

El sistema constructivo utilizado consta de columnas y losas de hormigón combinados con mampostería no portante. La fachada sur se ejecutó en albañilería con cámara de aire, para mejorar la aislación térmica.

Con respecto a la paleta sensorial, en la casa predomina un clima despojado, transmitido por los muros blancos, que contrastan con la rusticidad de la escalera de hormigón a la vista, los detalles de madera y los pisos de porcelanatto símil travertino.